
Cuando te quedas embarazada y a todo el mundo le preocupa tu peso… eso sí que es un tema sobre el que deberíamos reflexionar todos. Porque es muy agotador. ¿En qué momento se considera socialmente correcto opinar libremente sobre un cuerpo ajeno? ¿Tú vas por la vida opinando impunemente sobre los demás en su cara? Estoy segura que no. Entonces, ¿por qué coño cuando hablamos con una embarazada una de las preguntas que hacemos se refiere al peso?
Me ha costado muchos días escribir sobre la maternidad. Era muy difícil para mí hablar de algo sin poder contarte que vuelvo a estar embarazada. Cualquier cosa que escribía no sonaba a mí porque la censuraba esperando que pasará el temido primer trimestre y pudiera por fin cagarme en todo (de nuevo) libremente.
Me han felicitado por mi peso. Creo que no me había pasado en la vida, te lo juro. He cambiado de comadrona. En este segundo embrazo tengo demasiadas cosas en la cabeza como para lidiar con una persona que me llegó a decir cosas como “uy, esta niña es muy grande van a tener que cortarte para que salga”. Sí, sí, existen profesionales de este tipo, del tipo que cuando te subes a la báscula te dicen, “¿pero has visto esto?” Sí, lo he visto. También vi todos mis fantasmas adolescentes volar por encima de mi cabeza a cada gramo que subía, a cada bronca.
Durante mi primer embrazo comí súper bien e hice deporte hasta la semana 38. Te aseguro que independientemente de los quilos que ganara, que no eran una consecuencia de hacerlo mal ni de ponerme hasta el culo de pasteles, estaba sanísima. Tuve un posparto fácil (físicamente hablando, obviemos la pandemia). En este segundo embrazo me esta costando un poco más, para empezar empiezo con cinco quilos de más. Me subo a la báscula y antes que la comadrona me dijera algo ya le recordé que mi hija había nacido hace un año y ella me contestó “ está claro, aún estás en posparto, ¿qué esperas? Es lo más normal del mundo.” ¿Por qué ni conocí en mi primer embarazo a este amor de mujer?
He llegado a oír cosas como “ bueno ya he perdido los X quilos que gané porque lo hice muy bien y, claro, así es fácil” dicho por alguien que había parido un mes antes. Porque lo había hecho bien. ¿Bien según quién? Según unas tablas que dicen que deberías engordar nueve quilos. Claro, porque todos los cuerpos son iguales y deben regirse por la misma tabla. A mí, lo siento, me enerva de sobremanera oír a madres hablar así a otras madres. A ese tipo de comentarios lo que me sale preguntar es “Ah ¿sí?, qué bien ¿y te has recuperado igual de la vagina?” Porque claro, puedes haber perdido todo el peso pero es que a lo mejor tu suelo pélvico se va cayendo por el camino, porque para ti lo importante es el peso, pero para mi lo importante es que no se me caiga el útero cuando salte con mi hija en una cama elástica. Mira tú, cada uno tiene sus preocupaciones, lo mío con el suelo pélvico es una obsesión.
¿Sabes si esa madre la que estás preguntando cuánto ha engordado ha pasado un buen embarazo? No, no tienes ni puta idea. No sabes si tuvo crisis de ansiedad o si psicológicamente estaba hecha una mierda. No lo sabes. Pero te preocupa su peso. ¿Cuánto ganaste en el embarazo? ¿Y a ti que te importa? ¿Cuántos quilos llevas en este embarazo? Pero a ver… ¿te pregunto yo, no sé, si has engordado este verano?
Focalizamos en el peso y nos olvidamos del resto. Nos obsesionamos con eso y descuidamos nuestra psique. Y lo peor es que el peso es algo que tienes que justificar al médico, a la comadrona, que bueno hasta ahí, pues mira, lo puedo medio entender. Pero en serio ¿también necesitas justificarlo con el resto del mundo? ¿No es suficiente mierda tener que vivir con náuseas, mareos, una barriga que te choca en todos lados y encima aguantar el inicio de las rabietas de tu hija mayor, que en realidad no es mayor, como para que encima te pregunten por el peso?
Pero es que no es solo durante el embarazo, en el posparto también, la gente te mira y te dice con sus dos ovarios o cojones, “Uy, aún te queda por perder” o “Ala pero si te has quedado igual que antes” o “ te has quedado chupada de dar pecho, tomate un potaje y engorda” o lo que sea.
Y si en vez de eso practicamos más el preguntar a alguien que está embarazada o acabada de parir un sencillo “¿cómo estás?”. Porque te aseguro que poca gente se acuerda de hacer esta pregunta y de quedarse a escuchar la respuesta.