Estaré sola y sin fiesta, Sara Barquinero.

“Estaré sola y sin fiesta” es una novela que te muestra de manera ágil dos historias paralelas.

Por un lado tenemos la protagonista: una joven que encuentra el diario de Yna en la basura. Su línea narrativa principalmente se desarrolla mientras busca qué fue de la autora del diario misterioso. Se junta en esa búsqueda una crisis existencial (que podemos achacar a la cercanía de los treinta) su hastío con la vida en general, la relación con su pareja, con su trabajo etc.

Por otro lado, mientras la protagonista busca respuestas a través de la investigación, descubrimos la historia de Yna, la persona que escribió el diario. Siempre conoceremos esta trama a través de las investigaciones de la protagonista, haciendo saltos temporales bien estructurados y que te guían a través del tiempo con mucha maestría.

Mientras lee el diario, la obsesión que tiene la protagonista de saber quién era Yna crece mientras viaja a Barcelona, Bilbao o Zaragoza para seguir las pistas que deduce del diario. Se pasa buena parte del tiempo buscando al supuesto amante de Yna, Alejandro. Sigue cada uno de lo indicios que encuentra y acaba encontrando a dos posibles candidatos.

Mientras todo esto pasa, su vida se queda como en pausa. El diario es una manera de escapar de una realidad que no le gusta ni le motiva. Su obsesión, casi enfermiza, le hace replantearse su entorno y muchas veces, dos vidas que parecían paralelas se entrecruzan para casi fundirse en una sola trama.

Te gustará este libro si empatizas con las protagonistas en plena crisis de adultez, si te gustan las historias bien tejidas y los interrogantes abiertos a una gran imaginación. El personaje principal está muy bien plasmado y su obsesión está descrita de una manera que acabas obsesionándote .

No leas este libro si lo que buscas es una novela de acción trepidante. Aunque pasan muchas cosas en el transcurso de las páginas, el ritmo no tiene nada que ver con la intriga y la gracia de las novelas de Agatha Christie.

Me sorprendió de este libro el primer capítulo: te habla de un gran hongo que existe en un bosque lejano y que se expande a través de la tierra. Hasta que no has avanzado bastante en las páginas de la historia, no entiendes el porqué de ese primer capítulo. Esa explicación detallada de un hecho científico parece no tener la más mínima importancia hasta que te das cuenta que te ayuda mucho a entender la psicología del personaje.

En mi opinión, Barquinero tiene un estilo bastante parecido al Lana Bastašić. No sé si es una cuestión generacional, que podría ser aunque entre ellas se lleven 8 años, o pura coincidencia. Leyendo «Estaré sola y sin fiesta» me ha parecido que el tono, la manera de explicarse, las inquietudes de los personajes, tenían bastante que ver con Atrapa la liebre. Aunque la historia no tenga nada que ver y las autoras sean de dos mundos totalmente distintos, me ha parecido curioso encontrar estas coincidencias en la voz narrativa.

Desde mi punto de vista, creo que una de las cosas que más engancha en este libro es el hecho que está en auge crear protagonistas en plena crisis existencial.

Esto sí me parece una un tema generacional. Creo que los que nacimos en los 80 y los 90 no nos cuesta nada vernos reflejados en historias que retratan uno de los principales problemas de nuestra generación: la pérdida de identidad, o más bien lo llamaría el caos identitario: somos una generación perdida entre el exceso de información, el exceso de formación, la falta total de motivación y la dificultad para llevar el cambio generacional que supone que antes la vida estaba pautada de una manera muy clara y ahora vivimos al día con inmediatez y casi con prisas. Yo creo que esto hace que empaticemos tanto con los libros cuyos protagonistas superan o pasan por una crisis de los 30 o de los 40 porque es más o menos lo que estamos viviendo todos.

No sé si Sara Barquinero es el descubrimiento del año, lo que sí puedo decirte es que vale la pena leerla.

Como polvo en el viento. Leonardo Padura

Hoy te traigo una novela extensa: nada más y nada menos que 665 páginas de disfrute literario. Este es uno de esos libros con luces y sombras: por un lado está muy bien escrito, pero por otro requiere de cierta constancia para acabar de enganchar con la historia.

Narra la relación de un grupo de amigos que, como la vida misma, se acercan y se alejan a lo largo de los años. Bien descrito el sentimiento cubano y bien desarrollado en cuanto a los conflictos internos de un grupo de personas bien diferente y variopinto, es un retrato maravilloso de la vida misma.

Esta dividido en bloques, cada uno de ellos desde la perspectiva de uno de los protagonistas, y cada bloque se compone de varios capítulos. Cada uno de los narradores detalla su visión, combinando el presente y el pasado de una manera amena y sublime.

“Como polvo en el viento” se ha escrito con un lenguaje rico, pero a la vez sencillo y ligero. Hay párrafos enteros de pura poesía, descripciones precisas y reflexiones imperdibles. Este es uno de esos libros para disfrutar sin prisas, saboreando las páginas y deteniéndote en los detalles.

Me lo leí en Navidades (con una niña de 21 meses merodeando por la casa) y surfeando las contracciones de mi segundo embarazo. Por eso creo que me costó mucho acabarlo: fue una lectura intermitente. Un día podía leerme 100 páginas, pero después podía pasarme cuatro días sin tocarlo. Eso hizo que a veces me costara un poco reengancharme, pero una vez lo conseguía no lo podía dejar.

Primero, te diría que te apuntes en un papel los personajes: hay muchos y a menudo me pasaba que al leer un nombre no recordaba ni quién era. Es una novela compleja con mucha gente que si no te la lees con cierta constancia requiere de alguna chuleta para recordar qué papel tiene cada persona en la historia.

Segundo, no te guíes por la contraportada: es una novela difícil de explicar en unos pocos párrafos y el resumen que han hecho no se acerca para nada a la realidad de la complejidad de la historia. Te recomiendo que empieces a leer sin expectativas, simplemente con el objetivo de disfrutar. Es cierto que quizá cuesta un poco saber de qué va la historia, porque el suspense y la incertidumbre en el que se basa el relato tarda en desvelarse, pero aún así, no se me hizo pesado esperar.

Tercero: permítete leer en diagonal. Y te lo digo así sin tapujos. La acción del relato es importante, pero si alguna descripción te parece exagerada o demasiado extensa no te sientas mal por pasar al siguiente párrafo sin remordimiento. Son casi 700 páginas, con 200 menos tampoco hubiera pasado nada. No digo que sobren, solo digo que a veces no tenemos el humor para ir por las ramas.

En resumen, si te apetece leer algo bien escrito, que trata sobre las relaciones humanas y los tumbos que da la vida, léela sin dudarlo. Si por el contrario lo que quieres es acción y que el narrador vaya al grano, mejor busca otra cosa. Porque Padura está para disfrutarlo sin prisa ni pausa, para vivirlo y olerlo sin pudor.

Asylum Road. olivia Sudjic

Hasta el 2020, había leído pocos libros que tuvieran alguna relación con el conflicto en los Balcanes. Pero este año descubrí Atrapa la liebre y me fascinó y hoy te recomiendo Asylum road, un libro que nos habla de las consecuencias psicológicas de la guerra. Ambos se centran en el después de la guerra, las consecuencias en mujeres que no deberían haber vivido nada de eso en su infancia. Pero Asylum road va mucho más allá de vivencias; se adentra en lo profundo de las secuelas de haber sufrido un conflicto bélico y un exilio.

Al principio cuesta mucho entender el personaje principal, yo creo que incluso llega un momento que puede llegar a caerte mal por esa imposibilidad de reacción, de ver las cosas como si fuera todo a través de un cristal, sin reaccionar. La protagonista parece que tiene horchata en las venas más que sangre. Tiene cosas de esas que dices pero…¿cómo puedes ser tan pánfila?

Pero en algún momento indefinido de la historia consigues conectar, y desde ese momento no puedes dejar de leer. Asylum road te atrapa por su oscuridad y crudeza, por sus recuerdos y sus descripciones. Al inicio lento, como un sueño que desaparece en la memoria y a medida que avanza la historia se construye un final totalmente inesperado que no puede más que dejarte con un sabor de boca de esos que es difícil tener con novelas que al principio prometían tan poco.

Sin duda una lectura muy recomendable.

La mitad evanescente. Brit Bennet

La mitad evanescente de Britt Bennet es una mezcla de La casa de los espíritus de Allende, sin todas esas descripciones que a mi gusto sobran un poco, y Sartoris de Faulkner, sin esa oscuridad que te horroriza y a la vez te engancha. El libro que te traigo hoy se merece estar entre los diez mejores libros que he leído en lo que va de año. Es sin duda un diamante en bruto que merece la pena descubrir.

A ver, no es la panacea, no te quiero engañar, pero es un grito reivindicativo a autores emergentes. ¿Sabes que Britt Bennet nació en 1990? Si te acaba de pasar como a mí la primera vez que entrevisté una niña de 1996 y me paré a pensar “ pero un momento los del 96 ya tienen edad de trabajar?”, no te culpo. El tiempo pasa. Da rabia. Es lo que hay.

Pues sí, alguien que nació en 1990 ha escrito lo que yo llamaría una obra imprescindible. La mitad evanescente es como un Cien años de soledad modernizado. Bueno, vale, quizá me he pasado. Cien años de soledad no es comparable con nada. Pero tienen un aire.

Esta es la historia de una familia. Me ayudó mucho dibujar un árbol genealógico al empezar el libro porque a veces me pierdo entre abuelos y nietos, pero luego la historia fluye sola. La mitad evanescente nos cuenta el relato de dos gemelas que rehuyen de sus orígenes y se encuentran, inevitablemente, después de unos años. Es la historia entre la aceptación y el rechazo de lo que nos hace ser cómo somos. Es un homenaje a los secretos familiares (yo de paso les aconsejaría un poco de terapia sistémica) y al descubrimiento de uno mismo. Es sin duda un libro que puedes leer en pocos días y que cuando acaba dices “pues mira, cien páginas más no me hubieran importado”.

A este libro no le sobra nada: el amor en todas sus facetas, el miedo de ser descubierto, la alegría de reencontrar algo perdido. La mitad evanescente es un viaje a los orígenes, a la America profunda desconocida y un reencuentro con sentimientos universales.

Este es un libro ideal para llevarse de vacaciones, para perderse y adentrarse entre sus líneas, léelo tumbado/a en el playa, en el chiringuito mientras disfrutas de una cervecita o perdido/a en el bosque escuchando los pájaros. Estoy segura que no te defraudará.

Antes de que se enfríe el café. Tashikazu Kawaguchi

Nunca fui gran fan de la literatura oriental (obviando a Murakami, pero me parece que él es más bien occidental cuando escribe). Me cuesta bastante empatizar con algunas historias y lo achaco a una gran falta de conocimiento compartido y mi analfabetismo cultural. Pero hoy te traigo algo que me cambió un poquito mi visión de la novela asiática. Te traigo una joyita.

Si pudieras volver a un momento concreto de tu pasado, ¿lo harías? Yo a veces lo pienso, pero reconozco que mi pasado me ha llevado donde estoy hoy. Sería una persona distinta si hubiera tomado decisiones diferentes a lo largo de treinta y siete años. Pues Antes de que se enfríe el café precisamente va de la posibilidad de volver al pasado, pero con demasiadas normas. Solo puedes volver al pasado por el tiempo que tardará en enfriarse tu café. No podrás levantarte de la silla y solo podrás reunirte con alguien que ya haya estado en la cafetería anteriormente. Y, lo que me parece más frustrante: hagas lo que hagas el futuro no cambiará. Pues mira, volver al pasado para que nada cambie no sé si vale mucho la pena,

Voy a serte sincera, va. Escogí el libro por la portada. ¿No me dirás que no tiene una portada superinstagrameable? Pues sí, la tiene. Pero la historia está muy bien. En realidad son unas cuantas historias conectadas entre sí: varias personas que necesitan volver al pasado para sanar heridas, para recuperar momentos perdidos, para estar en paz. Al principio cuesta un poco engancharte, quizá porque se descubre relativamente tarde la conexión entre cada una de las historias, pero luego te lo llegas a leer en un respiro.

En positivo voy a decirte que la lectura es ágil, la historia dulce e incluso se te podría llegar a saltar una lagrimilla. En negativo, y eso es algo muy personal, hay demasiadas notas de traducción. Entiendo que traducir del japonés no debe ser fácil, pero me han sobrado notas explicativas de cosas que no me parecían importantes para la historia (por ejemplo: me es bastante indiferente si lo que come el protagonista de la historia es un bollo típico japonés relleno de no sé qué, me sobra bastante)

Este es un libro para leerte con un par de cafés, con calma, sin pausa, de esos que no te duran dos tardes y te dejan un buen sabor de boca. Si te apetece tomarte un café, no dudes en escogerlo.

Estado del malestar. Nina Lykke.

Hacer una reseña la semana de Sant Jordi es osado porque siempre es una responsabilidad recomendar algo categóricamente. Pero hoy te traigo un libro especial, uno de esos que no te puedes perder. Estado de malestar es uno de los libros que tu biblioteca personal necesita. Sin discusión.

Cuando leí la contraportada pensé que se trataría de algo tipo Bridget Jones edulcorado con una crisis de mediana edad demasiado típica. He de decir que también venía un poco condicionada con el último autor nórdico que leí, que me dejó bastante tibia. Así que, bueno, no las tenía todas.

Pero luego empecé esta historia y ya no pude parar. Literal. Es una novela sobre una mujer de mediana edad que ejerce de médica de familia, que se acaba de separar y, hablando claro, se caga en todo lo que su vida que parecía perfecta representa.

Me encantó no sólo el tono con el que la protagonista te relata sus pensamientos, de manera aguda y tajante, sino las pequeñas idas de olla que tiene. Yo siempre he creído que todo el mundo necesita hacer terapia y me hace gracia leer libros donde los personajes necesitan una buena dosis de droga dura para su locura.

Me dio la risa en los fragmentos en que la protagonista habla con un esqueleto de esos que hay en las clases de anatomía. Me hizo aún más gracia leer las contestaciones que ella se imaginaba que el esqueleto diría. Me fascinó porque yo también tengo voces en la cabeza que personifico en objetos cotidianos para escenificar diálogos tomar decisiones de mi día a día.

Me gustó la historia por no tratarse de un relato más de la dichosa crisis de la mediana edad. Me entretuvo porque no solo se centra en el divorcio. Me encantó porque relata la decadencia de una manera tan llana, cercana, que ni te das cuenta de la miseria que realmente representa.

Podría decirte que si me pidieras una sola recomendación para Sant Jordi (cosa muy difícil porque tengo una lista muy larga) sin duda te daría esta. Aún no conozco a nadie que lo haya leído y no le haya gustado. Eso debe significar algo, ¿No?

Reseña: A visit from Voltaire de Dinah Lee Küng

Hoy te traigo algo distinto, algo realmente especial. Este libro me lo leí hace años y me encantó. Vivía en Durham por aquello del 2006 y un día me paseé por toda a biblioteca de la universidad, buscando algo que me hiciera reír. Encontré A visit from Voltaire de casualidad, casi cuando ya había desistido y me volvía a casa con las manos vacías, un poco desanimada. Lo cogí con poca o ninguna esperanza. Pero me equivoqué: encontré realmente lo que buscaba.

Este año 2021 he decidido releer algunos de mis favoritos (como si no tuviera ya un montón de libros pendientes) y este tenía que ser uno de ellos. No recordaba el título, ni el autor, ni la editorial, vamos que no tenía ni idea de cómo buscar en Google (créeme si pones “libros sobre Voltaire” te salen demasiados resultados y ninguno satisfactorio, ¿sabes cuántas biografías tiene este hombre?). De repente recordé que una vez se lo comenté a alguien que sabía mucho de libros y en ese momento me envió un e-mail con la carátula del libro preguntándome si era lo que estaba buscando. Hace poco recuperé el mail, que era de 2014, y acabé comprando el libro.

No sé si conoces David Safier. Es un autor con un estilo muy marcado, yo creo que es de esos que o te encanta o lo odias. A mí personalmente me parece hilarante, ojalá leyera por primera vez Maldito Karma y me echará unas risas, tan necesarias en estos días que corren. Bien, pues Safier tiene un libro que se llama Yo, mi, me… contigo donde la protagonista comparte cuerpo con el fantasma de Shakespeare. Lo leí hará cinco años. Me reí a lágrima viva. Y me volví a acordar de Voltaire.

Y dirás… ¿por qué me hablas de Safier si él no ha escrito este libro? Bien pues porque Dinah Lee Küng ha escrito una obra de arte con A visit from Voltaire. De hecho me atreveré a decir que merece incluso más que Safier ser reconocida a nivel mundial. Y traducida… porque por lo que sé solo se puede leer en inglés. Ojalá alguna editorial española se planteara traducirla y publicarla, porque te aseguro que merece mucho la pena.

Así en resumen la historia va de una mujer que tiene que trasladarse a vivir a Suiza. Madre de tres hijos y con bastante dificultad para adaptarse a su nuevo hogar, le cuesta congeniar con su nueva vida. Un día el fantasma de Voltaire se le aparece y empieza acompañarla y a conversar con ella. A visit from Voltaire no solo son risas y bromas, que también. Esta novela es un trabajo de investigación muy documentado y exquisito a través de la vida oculta de Voltaire.

Es verdad que quizá, al ser un personaje real, a veces los datos históricos pueden despistar un poco. No es un libro con el que te estés riendo continuamente, pero incluso esos momentos reales, donde se descubren muchas cosas del personaje, Voltaire nos los cuenta con humor y estilo.

Creo que Dinah Lee Küng hizo un trabajo digno de admirar, construyendo un fantasma con un personaje tan complejo como este filósofo. Te acabas creyendo que realmente es el mismísimo Voltaire el que te acompaña párrafo tras párrafo. Y eso, por lo menos, merece mis más sinceras felicitaciones.

Ordesa de Manuel Vilas

Este libro es una oda a los padres y a la escritura. Es un templo al mundo interior. Ordesa es una arma de doble filo: te atrapa y toca la fibra, pero puede llegarte a empachar. Hay que estar preparado para leerlo, no te vale cualquier momento vital: hay que estar en calma. No dudo que si lo volviera a leer, prestaría atención a pasajes distintos a los que he subrayado ahora.

De la muerte de los padres se habla poco, quizá porque es algo que no va contra natura. Se habla más de muertes inesperadas, o dramáticas. Que un padre se muera antes que un hijo es, digamos, lo normal. A no ser que seas como yo y le tengas un pánico totalmente paralizante a la muerte; entonces ninguna muerte te parece natural.

Ordesa son recuerdos, mezclados entre la realidad y la ficción, donde Vilas demuestra un dominio de la lengua extasiado y armónico. Es un libro de poesía en ficción, lleno de sentimientos encontrados y nostalgia afirmativa.

He de confesar que algunas páginas me las leí en diagonal. No porque no fueran increíbles, que seguro que sí, sino porque en mi subconsciente no estaba preparada para ellas. Creo que es un libro a releer en diferentes momentos de tu vida. Estoy convencida que a cada lectura descubriría una joya más, pero no se puede asumir todo en una sola vez. Es necesario releerlo, a cachitos, saboreándolo con un buen café, con calma, como pasan los pensamientos en el libro. No es necesario leerlo de un tirón, ni engancharte a sus páginas de principio a fin. Es imperativo disfrutarlo, digerir sus párrafos, sin prisa, como una comida de domingo. Es condicional hacerlo de fin de semana a fin de semana, intercalarlo con otro libro, algo más light de ficción. Ordesa puede emborrachar, indigestarse, si no se toma en pequeñas dosis.

Me gustan los libros que mezclan cualquier tema con la escritura, es como si escribir fuera parte de todo, de cualquier vida. Me gusta subrayarlos a lápiz, pero confieso que a veces lo hago a boli, o simplemente paso de coger nada y doblo la página, sin más. Luego las releo para encontrar trocitos de una genialidad que ojalá yo fuera capaz de reproducir. Te pongo un ejemplo de Ordesa:

“Porque la materialidad de la escritura es la escritura. De hecho, santa Teresa escribió como escribió porque se le cansaba la mano de tanto meter la pluma en el tintero, de ahí su letra desganada y caótica y feroz y con mala sangre. Si hubiera tenido un boli Bic, su estilo habría sido otro”

Este es solo un fragmento de un capítulo en el que describe la impotencia de cómo se escribe. Con este libro, Manuel Vilas nos regala instantes eternos y deliciosos leer a gusto del consumidor.

Adiós fantasmas de Nadia Terranova

Adiós fantasmas es un viaje de vuelta a casa a través de los recuerdos y las heridas. La protagonista, Ida, vuelve a Mesina después de mucho, demasiado, tiempo. El personaje está marcado por la desaparición de su padre, pero más que por la desaparición, por el abandono y la necesidad de encontrar un final en la historia. La no comprensión de las razones por las que su padre la abandonó la persiguen al abrir el baúl de los recuerdos en este viaje.

Creo que en esta novela hay una especial atención al camino hasta la sanación. De una manera sutil y elegante, Nadia Terranova nos cuenta el viaje al perdón de una misma a través de una historia corta e intensa.

Realmente en Adiós fantasmas no pasan muchas cosas, pero no es importante lo que no pasa sino el crecimiento de la protagonista en su vuelta a los orígenes, la importancia de la curación de las herida: la perdida de su padre y la relación con su amiga de la infancia. La acción discurre en los recuerdos, en el diálogo interno de la protagonista que nos muestra una mujer con inseguridades y preocupaciones demasiado típicas de su edad, que te llegan por el paralelismo que puedes sentir con tu propia vida en muchos aspectos.

Destacar también que un gran punto de la novela es la relación con su madre, que pasa de la compasión al reproche por haberla hecho cargar por el peso de cuidar a su padre cuando todavía era demasiado niña, lo que la hizo madurar demasiado deprisa, a un ritmo inusual e injusto.

En conclusión, Adiós fantasmas es una novela de domingo por la tarde, un suspiro de poesía, ligero y a la vez profundo, que te llega al alma de manera inesperada. Desde mi punto de vista, es muy probable que la leas y quedes prendado/a de ella.

Gina de Maria Climent

Gina es un poco como una Amélie decadente. Todo lo decadente que podría ser la película francesa si, en vez de estar ambientada en París, sucediera en el Delta del Ebro. No me malinterpretes: soy una fiel amante del Delta, me encantan los arrozales en invierno y los paisajes cerca del río, por no hablar de sus infinitas playas y los horizontes llenos de cometas de los que practican kitesurf en un mar que siempre parece un lago. Pero el Delta del Ebro tiene este punto especial, como de fin del mundo desaliñado, como si el glamour se hubiera desvanecido y solo hubiera quedado la realidad y el polvo de calles a medio asfaltar.

Comparo Gina con Amélie por varias razones. La primera es que Amélie es una película que suele gustar a todo el mundo y Gina es de ese tipo de libros que puede gustarte por cercano y por tratar un tema que nos toca a demasiadas: la crisis de las que estamos en los treinta y tantos y la maternidad que no llega nos sobrevuela la cabeza de manera monotemática. La segunda razón es que Gina tiene ese punto introspectivo y soñador que comparte con la película de 2001, como si le pudieras poner una banda sonora de esas de boulangerie de Montmartre. Y, por último, la tercera razón es que ambas te hacen sentir ese punto optimista que solo consiguen las pequeñas historias de la cotidianidad.

Pero Gina es mucho más: es la historia de una chica perdida, de alguien a quien de repente diagnostican una enfermedad que hace que tenga que decidir si va a tener hijos ya o si ya no los va atener nunca. Es una historia íntima y personal, pero fácil, quizá para mi gusto demasiado fácil. Es de esos libros que te lees en una sentada y un suspiro. Este pedazo de la vida de Gina transcurre entre dos tiempos, entre el presente y el pasado, y en tres lugares: Barcelona, París y el Delta.

No sabes muy bien cómo pero, las reflexiones de Gina parecen tuyas, como si estuvieran atrapadas en un ser que no eres tú pero que bien podría ser tu alter ego. Habla de las inseguridades y la sexualidad, de los miedos y las trampas de la vida y el final de la novela parece que sea el inicio de un nuevo comienzo.