
Es cosa de dos. Y debería seguir siendo solo cosa de dos, pero nos empeñamos en hacer de la búsqueda del embarazo, la gestación y la crianza algo que parece ser de interés público. Y esto durante el embarazo de Arlet me sorprendió, pero con el embarazo de Cloe no me apetece ni siquiera ser políticamente correcta.
Empezamos por lo que creo que ya te he mencionado alguna vez. Esa temible pregunta de “Y vosotros, ¿cuándo os animáis?”. ¿Te pregunto yo a ti si hoy has follado? ¿Sabes por qué cosas pasamos mi pareja y yo? Quizá nunca nos planteamos tener hijos hasta que en nuestro alrededor empezó la fiebre por la realización personal a través de la crianza.
O quizá el embarazo es eso que deseamos con todas nuestras fuerzas, que llevamos intentando desde hace dos años. Quizá estamos por un proceso económicamente y anímicamente devastador de reproducción asistida. Quizá nada nos está funcionando. Y no necesito que tú nos preguntes cuándo nos animaremos, porque precisamente animados no estamos.
Y obviamente cuando tengáis uno no será suficiente. Necesitáis oír eso de “¿cuándo vais a buscar la parejita?” Aunque llevéis meses sin dormir. Aunque la maternidad/paternidad os encanté pero os consuma hasta la última gota de energía que quedaba. ¿Te has planteado que quizá no queramos más hijos? Hasta podríamos contestarte que no, que hemos tenido mucha suerte teniendo una niña, que no queremos tentar la suerte porque nos gustan las niñas y si tenemos un niño quizá nos arrepintamos de la decisión de volver a ser padres. Porque a preguntas estúpidas solo se puede responder con actitudes desafiantes.
Y dirás, bueno cuando ya me quede embarazada porque nos toca por edad, y ya tengamos un segundo, podríamos pasar por la fase de “¿queréis otro? ¡Estáis locos!”. Pero no es un “estás loca” en plan amiga en una conversación de lavabo de discoteca (era antes del Covid) sino una expresión de desaprobación total. Bien, pues cuando lleguéis al punto que todo el mundo ya haya pasado por dar su opinión al respecto de cuándo es el momento adecuado para tener un bebé y ya hayáis superado la cantidad que esté socialmente aceptada (que variará según la moda del momento), entonces os llegará que la gente opine sobre el embarazo.
Porque la gente opinará sobre el embarazo. Ya te conté en la última entrada de maternidad la manía persecutoria que tiene todo el mundo con preguntar el peso que has cogido. Pero es que si solo fuera el peso, quizá sería soportable. Resulta que todo el mundo sabe más que tú de embarazos. Aunque ya hayas pasado por uno. Por no hablar que tu cuerpo se ha convertido en dominio público: cualquiera tiene el derecho de ponerte la mano en la barriga y acariciártela. Te conozca o no. A mí a estas alturas que me lo haga la gente que me conoce ya no me provoca un sentimiento asesino interno de arrancarles la mano. Pero que me lo haga la gente que no conozco en cualquier situación posible, saca lo peor de mí. Lo peor de lo peor.
Deberías caminar más. Tienes la barriga enorme para la semana que estás, fijo que no llegas a la fecha prevista. Deberías estar contenta, estás embarazada es el momento más bonito de tu vida. Ay, si es que solo te quejas. ¿Tú estás segura que solo llevas un bebé? ¿Seguro que estás de X semanas? Es que tienes la barriga tan pequeña que no lo parece. La barriga está muy baja, seguro que te toca esta semana (a ver, señora random en la cola de la carnicería, me quedan cinco semanas, déjeme en paz).
Opiniones hay muchas, sobre todo relacionadas con el tamaño de tu barriga, o la posición. Pocas veces (hablo siempre en genérico y cuando se trata de la gente desconocida que cree que es aceptable hablarte de estas cosas sin ni siquiera saber tu nombre) te preguntan cómo estás realmente. Porque en serio ¿tú sabes si yo tengo algún trauma relacionado con mi peso o con mi cuerpo? ¿Y si resultara que tengo desde pequeña un complejo con mi barriga y estás haciendo volver los fantasmas que me están costando mucha pasta en terapia?
Estar embarazada no es la panacea. Hay veces que sí, pero también hay veces que no. Mi hermana una vez me dijo que echaba de menos su barriguita. A mí casi me da un derrame. Somos la noche y el día. Para mí la gestación es un trámite incómodo. La primera vez que tuve a Arlet encima fue catártico, pero el embarazo fue un engorro. El embarazo de Cloe está siendo una castaña muy grande: físicamente, pero sobre todo anímicamente. No necesito que nadie me diga o puntualice que el tamaño de mi barriga es de un tipo, o que no llegaré a enero.
Y por último, están las opiniones de crianza. Estas ya son especialmente molestas. La gente olvida que las decisiones de cómo criar a nuestras hijas solo son de mi marido y mías (¡bah! ¿Para qué mentirte? La mayoría de decisiones yo las propongo y Miguel las acepta a no ser que sea algo que choque con sus principios). En cualquier caso, si nadie te ha pedido la opinión, yo prefiero no saberlo.
Sí, sé leer. Me he informado, sé que dar pecho es lo mejor. Pero a lo mejor no puedo darlo. Sí, sé que el colecho es lo más, pero a mí me gusta dormir en diagonal y preferí durante el primer año que Arlet durmiera en su moisés (y sí, más tarde en su cuna en su habitación, sola). Pero es que Arlet era una niña trampa, dormía del tirón y se despertaba relativamente poco. Pero aunque hubiera sido una niña habitual, quizá hubiera tomado la misma decisión.
Sí, a nuestra hija le damos de comer lo que nos da la gana. A trozos. No le damos triturados porque nos gusta la idea de que exista la posibilidad de que se atragante. Y si nos pide repetir, le damos. Y si un día no quiere comer, no la obligamos. Fantaseamos con la idea de que tenga una relación sana con la comida, entendemos que es una niña y por lo tanto hay cosas que le gustan, hay cosas que no y hay días que no le apetece algo y no la obligamos. Y por todo eso siempre puede haber gente que opine, gente que diga que come poco o demasiado (y a mí me gustaría que alguien me dijera la fuente fiable en la que se define “poco” o “demasiado”). Gente que incluso insinúe que si no le das tal mierda de comer (galletas, Bollycaos, lo que se te ocurra), tu hija será super infeliz.
Que sí, que todos somos mucho mejores padres/madres antes de tener el primer hijo. Porque la teoría nos la sabemos todos. Pero si me das tu opinión (que seguramente no te haya pedido porque no la necesito) lo más probable es que no me salga la vena simpática (que te juro que la tengo). De hecho tienes bastantes números que mi contestación sea más bien poco agradable o incluso maleducada.
Así que si estáis hartos de las opiniones de los demás, lo mejor que podéis hacer es quitaros el filtro de lo que está socialmente bien responder y hacer lo que hace la gente con vosotros: decir las cosas sin pensar, porque si ellos pueden hacerlo ¿qué os impide a vosotros contestar cómo os dé la gana? Porque al final todo este tema solo es cosa de dos, aunque el mundo se empeñe en hacerte creer lo contrario.