Les nostres riqueses de Kaouther Adimi

Siempre me han apasionado las historias que hablan de librerías. Intento no estancarme en un tipo de trama o de libro, pero he de reconocer que siempre tuve un pequeño sueño inconfesable: tener una librería-cafetería, una de esas entrañables cuyo ambiente se mezcla entre la decoración nórdica y el ambiente cálido. Quizá por eso me gustan los relatos de los que se arrancan a perseguir mi sueño. La gente que consigue vender libros me parece valiente: lucha ante la adversidad de un mundo moderno donde a veces parece que las librerías de toda la vida ya no tienen cabida.

Les nostres riqueses es un libro que roza lo histórico, mezclando realidad y ficción de una manera casi sublime. No sé si es algo que recomendaría a cualquiera. Requiere de muchas ganas de leer algo distinto, una historia entre dos tiempos, entre el pasado y el presente. Les nostres riqueses es un relato de nostalgia: en 1935 se funda una librería en Argel que se convierte en punto de encuentro de escritores y amantes de la literatura. En 2017, un estudiante de ingeniería recibe el encargo de vaciar el local porque la librería va a desaparecer y se va a convertir en una buñolería.

Me parece una gran metáfora de nuestra sociedad ver cómo se despoja de todos sus ejemplares una librería histórica para acabar siendo un sitio de comida. Si una librería que frecuentaba el autor de El Principito puede desaparecer, ¿qué puede pasar con las que no son tan emblemáticas?

Me gustó de este libro que el presente se cuenta en forma de relato del estudiante y el pasado en forma de diario del fundador de la librería. Desde mi punto de vista, esta manera de contarlo de diferenciar las dos líneas temporales te da una perspectiva distinta, como de amplitud y perspectiva.

He de confesar que lo escogí sólo porque en la contraportada se mencionaba que Antoine de Saint-Exupéry era un habitual en la librería. Ni siquiera pensé por un momento si me apetecía leer algo de tan poca ficción o tan ausente de acción. Simplemente me cegó el hecho de leer sobre uno de mis autores estrella. He de decir que tampoco se menciona demasiado, pero aún así el libro vale la pena.

Encontrarás el libro en español bajo el nombre Nuestras riquezas publicado por Libros del Asteroide.

Un Sant Jordi diferente

Hoy es un Sant Jordi diferente. Para mí normalmente es un día de fiesta donde mi único cometido es pasearme entre las paradas de libros de la Rambla y escoger los que me llevo a casa (que suelen ser muchos más de los que puedo leer en un año). Normalmente estos libros se quedan en la estantería de pendientes hasta que encuentro EL momento. Porque cada libro tiene su momento y su persona. Cuando leo suelo relacionar el texto con alguna persona que conozco a quien creo que le podría gustar. Suelo acertar; algunos dicen que tengo un don, yo creo que más bien es capacidad analítica. Muchos de mis amigos me piden que les recomiende lecturas y, antes de hacerlo, siempre les pregunto en qué momento vital se encuentran. A un libro puedes odiarlo o amarlo dependiendo de en qué momento lo lees. Hay que reconocer, también, que no todos los libros son para todo el mundo: debes encontrar el tuyo (o los tuyos, si eres como yo).

Debo confesar que he abandonado libros que he recuperado años después y se han acabado convirtiendo en algunos de mis favoritos. Escoger solo uno me cuesta, y mucho. Si tuviera que mencionar algunos libros o escritores que me hayan marcado por una razón o otra, la foto que encabeza este artículo sería una selección bastante representativa. Sin embargo, faltan muchos, muchísimos. Aquí te dejo los doce que he escogido:

  1. El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. Quién me conoce sabe que lo he leído decenas de veces. Esta fue la historia con la que se inicio mi vena lectora y soñadora. Lo recomiendo una y otra vez a cualquier persona de cualquier edad aunque ya lo haya leído. Creo que cuanto mayor te haces más necesario es releerlo.
  2. Mientras escribo de Stephen King. He de reconocer que a mi Stephen King me deja más bien tibia. Fui incapaz de terminar It (aunque lo intenté y mucho), pero mi madre me regaló, hace muchísimos años, esta especie de autobiografía en un momento que dejé de escribir y para mí fue una revelación. Volví a cogerle el gusto al arte de narrar historias. Lo irónico es que fuera gracias a un autor del que nunca he conseguido terminar ninguna de sus novelas.
  3. Las nueve revelaciones de James Redfield. Este libro no me marcó por su calidad literaria, sino por quién me lo recomendó y por el momento que vivía cuando lo leí. Algunos dirán que es psicología barata, pero si te lo lees como una simple novela, su historia te puede atrapar.
  4. La dona del grill de Jordi Tiñena. Es uno de los poco libros que tengo firmados y dedicado por el autor. Lo guardo con mucho afecto porque representa una época de mi vida que recuerdo con mucho cariño. En esta obra, Jordi consigue atrapar al lector de una manera sublime, casi poética.
  5. De qué hablo cuando hablo de escribir de Haruki Murakami. No soy una incondicional de Murakami: no he leído todas sus novelas ni me ha gustado todo lo que ha escrito, pero tanto este como De qué hablo cuando hablo de correr me parecieron unas autobiografías muy inspiradoras. Aunque he de decir que de todos sus libros, mi favorito es Tokio Blues.
  6. Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Con este libro me pasa un poco lo mismo que con El Principito: no puedo ser imparcial. Este es el único recuerdo palpable que conservo de mi abuelo, lo guardo como un tesoro en un lugar especial de la estantería (un día, si eso, te explico cómo los clasifico, porque este tema merece un artículo aparte)
  7. Retrato del artista adolescente de James Joyce. Hay que leerlo sí o sí alguna vez en la vida, y creo que con una no es suficiente. También reconozco que leerlo en versión original es casi una obligación. Es pura magia.
  8. El alquimista de Paolo Coelho. Sé que Coelho puede parecer algo superficial y simple, pero El alquimista me pilló en un momento de mi vida bastante impresionable y me pareció una historia brutal. También te digo que los libros más recientes de este autor no me han gustado nada, me quedo con este y con Verónica decide morir.
  9. Invisible de Paul Auster. Con Auster tampoco puedo ser imparcial, creo que no me he leído nada suyo que no me haya parecido inmejorable. Pero Invisible es una obra relativamente poco conocida y me pareció que es la mejor de todas (obviamente espero que Brooklyn Follies y 4321 no se sientan ofendidos ante tal afirmación)
  10. Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Con este libro decidí que yo algún día escribiría una novela, aunque obviamente no le llegaría ni a la suela de los zapatos a esta gran obra de la literatura universal. García Márquez encendió algo en mí tan profundo que aún hoy recuerdo de memoria la primera frase de esta novela.
  11. El mundo de ayer de Stefan Zweig. Es curioso porque leo pocas autobiografías pero los libros que más abundan en esta lista son precisamente esto: autobiografías diferentes. El mundo de ayer fue el primer libro de Zweig. Tampoco soy fan incondicional, para qué engañarnos, pero esta obra me enganchó desde el primer momento y no la pude soltar. De hecho, me la leí en un día.
  12. Las cinco personas que encontrarás en el cielo de Mitch Albom. Mucha gente conoce Martes con el viejo profesor, una obra que yo me leí sin más. En cambio este libro me pareció diferente, fácil pero con un mensaje que vale la pena retener.

En esta lista no encontrarás Los miserables, lo sé, los echas de menos, mi estantería también, pero las dos veces que lo he leído lo cogí prestado de la biblioteca y hasta que no encuentre la edición perfecta, no lo compraré.

Estos libros y muchos más son los que me han marcado durante más de tres décadas. Seguro que tú tienes los tuyos 😉