
Cuando tienes un bebé te asaltan las dudas. En realidad las dudas te asaltan en el momento que ves el positivo en el test de embarazo, pero de eso creo que ya he hablado alguna vez. Con esto de la maternidad creo que no hay nadie que no sea una duda con patas.
Dicho esto, puedes seguir dos tendencias: dejar que la cosa fluya o enterrarte en una búsqueda incesante de información en Google. No hay término medio, lo digo en serio. En el primer caso confías en que sabes criar bebés y crees a ciegas lo que te puedan decir el pediatra, el ginecólogo o la enfermera. La segunda opción tiene una parte oscura. Sí, lo has adivinado: yo pertenezco al segundo grupo. Va a maneras de ser: yo es que solo me siento segura si tengo toda la información posible. Antes de parir ya había hecho un curso de primeros auxilios de bebés (sí, estoy obsesionada con el atragantamiento) y uno de alimentación infantil y BLW. No es que sea una persona aplicada, más bien creo que soy una inculta rematada y prefiero suplir mi desconocimiento con una preparación exhaustiva. Y eso lo hago con todos los aspectos de mi vida.
Durante el embarazo leí millones de páginas de internet sobre crianza y niños. Busqué todas dudas que iba apuntando en una nota en el móvil. Si alguien descubriera ese archivo probablemente me recomendarían internar en un manicomio. Si me lo permites, voy a dejar que pienses que sigo cuerda y no la compartiré contigo (ja, ja, ja).
De lo que hoy vengo a hablarte es de la verdad absoluta. De las cosas que te dicen y que, si no contrastas, te crees a pies juntillas porque quien te las dice representa que sabe del tema más que tú. Bueno, pues te voy a decir algo: ¿verdad que tu médico de cabecera te derivará a un especialista si necesitas resolver algún problema que tenga que ver con un endocrino, nutricionista, demartólogo o de cualquier tipo que no sea su especialidad? Pues lo mismo pasa con los pediatras y las enfermeras: saben mucho de niños, pero no de todo. Así que si algo de lo que te dicen te chirría, busca un especialista en el tema y pregúntale directamente.
No me malinterpretes. Yo adoro la pediatra de Arlet (aunque ya me la han cambiado una vez y aún me tengo que formar una clara opinión de la nueva) y algunas de las enfermeras también. Me hace gracia porque entras en la consulta y se dirigen a ti como “mami”, cosa que a veces me hace sentir un poco ridícula, pero en general suelo estar contenta. Suelo preguntarles muchas cosas y el 99 % de las veces me lo creo sin cuestionar, porque para eso han estudiado una carrera, digo yo. Pero me molesta cuando hacen afirmaciones desactualizadas o me juzgan por tomar una decisión.
En la visita de los seis meses (que si no tienes hijos no sabes que es muy importante porque empiezan con la alimentación complementaria) esperaba un poco más de … ¿atención? Me dieron una fotocopia de una fotocopia del año nosecuántos antes de Cristo, donde se especificaba que le podía dar cualquier alimento a mi hija exceptuando pescado azul grande, verduras de hoja verde o carne y pescado crudo. Así, sin más, sin vaselina ¿eh? Ninguna indicación sobre que la manzana no se puede dar cruda si las das en trozos porque tiene riesgo de atragantamiento, ni que no se le pueden dar uvas enteras por la misma razón. Nada sobre las recomendaciones de la OMS que indican qué alimentos no dar hasta el año (excepto los que te he mencionado), ni una indicación al respecto de qué posibles opciones de introducción hay. Nada.
Salí de ahí agradeciendo haber hecho el curso de Baby Led Weaning (si no tienes hijos, esto te sonará a chino, pero simplemente es no darle puré, sino la comida en trozos). Si no lo hubiera hecho, después de la visita hubiera salido un poco más histérica de lo que habitualmente soy.
En la visita de los nueve meses, la enfermera me llamó. Sí, las visitas que no van con vacuna son telefónicas (vamos a obviar esto, porque me tiene un poco tensa). La primera pregunta que me hizo fue cuánto pesaba Arlet. ¿Cómo lo voy a saber si no tengo báscula para pesarla? Luego me hizo dos preguntas más al respecto de cómo comía la niña y finalmente me dijo “bueno ya le puedes empezar a dar lácteos y continuar con la leche de continuación”. Yo le respondí que no le daba leche de continuación, que le daba leche tipo uno (por si no lo sabes hay leche tipo uno y tipo dos o de continuación), a lo que ella respondió con un insolente “ y ¿por qué le das leche tipo uno si ya tiene más de seis meses?”. “Pues se la doy porque me da la gana”, pensé, pero en realidad le mentí y le contesté que seguía órdenes de la pediatra. Para serte sincera, la pediatra en la revisión de los seis meses no me especificó qué leche darle, solo que la alimentación complementaria era hasta el año y debía seguir dándole leche. A mí ni si me ocurrió preguntarle qué tipo, porque ya había investigado al respecto y tomado una decisión y si su respuesta no hubiera sido de mi agrado, me hubiera enzarzado en una sesión de preguntas científicas para las que no tenía tiempo en ese momento.
La OMS no recomienda dar leche de continuación a los bebés. Lo declaró en 2010 y lo ratificó en 2013. Esto lo busqué en Google, leí miles de artículos y concluí que si la OMS recomendaba seguir con la leche de tipo uno, yo no iba a saber más que ellos. Pero resulta que la enfermera que me llamó para la visita de los nueve meses sabía más que la OMS y que yo porque me soltó algo así como “es la primera vez que escucho que un bebé de nueve meses bebe leche del tipo uno”. También añadió algo así como “deja de dársela y cambia a tipo dos” a lo que yo podría haber contestado algo ingenioso pero pensé que era una batalla perdida y simplemente hice lo que se me da mejor: asentir y hacer lo que me sale de los ovarios.
No es la primera vez que alguien me da una información que contradice los últimos estudios existentes. Sin ir más lejos recuerdo que le pregunté a alguien a qué edad debía llevar a Arlet al dentista. La persona en cuestión me miro en plan “otra madre histérica” y me contestó que cuando le salieran todos los dientes. Bueno, quizás sí, pero alguien tiene que decirte cómo cepillarle los dientes cuando sale el primero. No lo sabías ¿verdad? Claro, porque en ninguna visita te lo dirán, a no ser que tu hijo/a tenga caries del lactante. ¿Por qué nadie te lo dice? Pues eso es un misterio. Pero estoy segura que los odontopediatras jamás te dirán que esperes a que le salga la muela del juicio.
Así que bueno, si os habéis sentido como pareja alguna vez cuestionados por todas las decisiones que tomáis al respecto de los bebés, no os preocupéis: no sois los únicos. De hecho cuestionar es deporte olímpico cuando te conviertes en padre/madre. Os dirán de todo: que si tienes que dormir con él en la misma cama, que si no tienes que dormir con él, que si le pongas zapatos (en serio, lo he dicho más de una vez: si los zapatos fueran necesarios para los bebés nacerían con ellos puestos, lo mejor para un pie que crece será estar libre ¿no?), que no lo cojas, que lo cojas, que lo acostumbrarás a brazos, que le des teta que es lo mejor (y cuando se la des demasiado tiempo te dirán que dejes de dársela porque ya es demasiado mayor) y un largo etcétera de recomendaciones no pedidas que acabarán haciéndote perder la cabeza.
Yo hace tiempo que la perdí, la cabeza. Pero decidí hacer lo que a mí me parecía mejor, porque conozco gente menos preparada para ser madre/padre que ha criado a sus hijos y que encima les han salido “normales”. Así que mientras creas que estás haciendo lo mejor para tu bebé, créeme, será lo mejor. Y punto. Siempre puedes contestar a cualquier memez con una sonrisa y un «es que nosotros lo hacemos así» y si te rebaten algo, asiente, vuelve a sonreír y haz lo que te dé la gana, que de eso sabemos todos.