Cluny Brown de Margery Sharp

Cluny Brown debería ser un clásico. Lo lees y no comprendes cómo no es una lectura obligada durante la enseñanza obligatoria (y ya de paso podríamos actualizar un poco la lista de lecturas obligatorias, para ampliar horizontes). Está a la altura de Mujercitas o incluso, te diría más; más que compararla con Alcott, te la podría comparar con Jane Austen. Porque Margery Sharp debe estar a la altura de las mejores, solo que a las personas que decidieron qué es una obra maestra se les debió traspapelar esta novela. Y, la verdad, el mundo se ha perdido un gran descubrimiento.

Cluny Brown es una chica única, de esos personajes que te encuentras muy pocas veces en la vida. A mí me pareció una mezcla entre la protagonista de Annie y mi querida Jo (te he mencionado antes Mujercitas, ¿verdad?). Su mayor defecto es estar siempre fuera de lugar, no encontrar su sitio y sentirse siempre ajena a lo que ocurre a su alrededor. Quizá por esto el personaje me transmitió tanta ternura, porque me parece inevitable sentirse así alguna vez en la vida. Esto hace que, aunque el libro se escribió en 1944, sea una historia atemporal en cuanto a sentimientos.

Debo destacar que, seguramente por un trabajo excelente de traducción, la obra está llena de vocabulario exquisito y, si me lo permites, totalmente acertado. La construcción de las frases te adentra en la época en la que se desarrolla la acción y te atrapa de una manera casi imperceptible.

A diferencia de las últimas reseñas, donde lo que pasaba carecía de importancia porque lo realmente destacable era el crecimiento de los personajes y su mundo interior, en Cluny Brown se desarrolla una historia bien tejida de una dosis de inocencia. Hay una historia y un final y te quedas tan pasmado que incluso puedes llegar a necesitar releer las últimas páginas. Porque no te lo esperas aunque, mirando atrás, la autora te da pequeñas pistas, como si de migas de pan se trataran, pero son tan sutiles y perfectas que te las comes de un bocado y te sorprendes al encontrar la barra de pan entera.

He disfrutado tanto con este libro que ahora mismo no sé si es justo para la próxima historia que la empiece, porque tiene todas las de perder. Pero esto es como enamorarse: cuando acaba estás tan jodido que crees que jamás volverás a amar y de repente la vida te sorprende. Y a mí me encanta sorprenderme con la literatura y esta, créeme, es una obra para devorar.

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